Buon Complenno, Rossana

Cuando uno piensa en las cosas que se han creado en Italia, no puede dejar de considerar la belleza que reflejan. Los autos de Ferrari, las pistolas de Beretta, Mónica Belluci… y mi hermana. Porque según tengo entendido, Roxana Rivera Melo Patiño fue ensamblada en Italia, en Milán, para ser exactos allá por la década de 1970 – aunque nació en México un 22 de septiembre.

Y obvio, como sucede con todos los bebés despúes de nacer fue creciendo. Al principio era una bebé regordeta, con unos ojotes que miraban con curiosidad. Y me acuerdo que hacía tremendos pucheros cuando lloraba (siempre ha sido muy expresiva). Después, como si fuera un chiste nos fuimos conociendo. Tengo muy grabada en mi mente una vez que, estando en un curso de verano al que mi mamá nos inscribió – yo tenía como cinco años – un chamaquito me arrebató un llavero de juguete, de esos de plástico, y mi hermana se abalanzó sobre él y le jaló los pelos hasta que me lo regresó. Creo que ni ella se acuerda de eso. Yo si. Y mi relación con ella ha sido así desde el principio. Siempre ha estado ahí para cuidarme.

Luego, cuando fuimos, a la primaria (esa etapa normal en la vida de todo niño, cuando los hombres no quieren tener nada que ver con las mujeres. Y viceversa) no teníamos mucho contacto en la escuela, pero en casa eramos los mejores amigos. Aún evoco jugar con ella a la excursión – cuando armabamos una “casa de campaña” con sábanas y escobas y vivíamos ahí durante las vacaciones. O cuando le pedíamos sus revistas a mi mamá para recortar todos esos artículos de lujo que aparecían anunciados y jugábamos a que eramos millonarios y podíamos tener todas esas cosas en nuestra casa. Tuvimos una infancia genial. Aunque reconozco que yo siempre era el que decidía que haríamos y cómo lo haríamos. Y ella siempre accedía.

Después, ya en la secundaria fui cuando descubrí las ventajas de tener una hermana menor. Me presentaba a sus amigas más guapas. Y unas dejaron de ser sus amigas precisamente por ese mismo hecho. Quizá algunas están leyendo esto y les mando un beso enorme. Rox, perdón por arruinar dos o tres amistades. O diez, no recuerdo bien.

Claro que no todo ha sido miel sobre hojuelas. Ella me acusaba con mi mamá – sospecho que aún “filtra” información sobre las cosas que le cuento “en secreto”- como esa vez que me salí de la casa a jugar fútbol en la calle, con los vecinos. En esos momentos no supe cómo se enteró la madre, que me hizo “darme cuenta” de mi error. Ahora, con hijos, sé lo importante que es tener aliados “secretos” cuando se trata de saber cosas “confidenciales”.

Con el tiempo nuestra relación ha ido cambiando. Cada vez nos hemos ido afianzando más. Y tengo que reconocer que mi hermana es la mejor amiga que tengo. Que me ha apoyado siempre en cada una de las locuras – que no han sido pocas – de mi vida.

Gracias a Rox conseguí el dinero para comprar la casa donde viven mis hijos – y eso se lo agradezco infinitamente. Gracias a mi hermanita y a sus consejos superé muchos de los problemas que, en su momento creí insalvables, como una separación o una decepción amorosa. Y no puedo más que dar gracias a Dios por mandarme hace tres décadas y algunos años a “la Rossana” como compañera, hija de mis padres.

La verdad es que no recuerdo cómo ni cuando la conocí. Sé que yo tenía dos años cuando mi madre casi deja la vida para que llegara. Lo que sí está en mi recuerdo es que cuando llegó la quise mucho. Y hoy, ese amor está multiplicado, comprobado y asegurado. Te amo, Rx.

Y realmente deseo que todos tus deseos, sueños, anhelos (por más locos que me parezcan) se cumplan al cien por ciento. Eres una mujer exitosa, guapísima, con un futuro prometedor. Una hija ejemplar y una tía amorosa; con una familia envidiable, pero sobre todo, con un hermano como pocos en el mundo 😉

Mamá y Papá están orgullosas de ti. Y yo…

23 de septiembre, 2012.