Haruki Murakami sobre el cambio y la adversidad, en su libro Kafka en la orilla.
«A veces, el destino se parece a una pequeña tormenta de arena que cambia de dirección sin cesar. Tú cambias de rumbo intentando evitarla. Y entonces ella también cambia de dirección, siguiéndote a ti. Tú vuelves a cambiar de rumbo. Y la tormenta vuelve a cambiar de dirección, igual como antes. Y esto se repite una y otra vez. Como una danza macabra con la Muerte antes del amanecer. Y la razón es que la tormenta eres tú. Es algo que se encuentra en tu interior. Lo único que puedes hacer es resignarte, lanzarte en ella de cabeza, taparte con fuerza los ojos y las orejas para que no se te llenen de arena e ir atravesándola paso a paso. En su interior no hay sol, ni luna, ni dirección, a veces ni siquiera existe el tiempo. Allí sólo hay una arena blanca y fina, como polvo de huesos, danzando en lo alto del cielo. Imagínate una tormenta como ésta. Y cuando la tormenta de arena haya pasado, tú no comprenderás cómo has logrado cruzarla con vida. ¡No! Ni siquiera estarás seguro de que la tormenta ha cesado de verdad. Pero una cosa sí quedará clara. Y es que la persona que surja de la tormenta no será la misma persona que penetró en ella. Y ahí radica el significado de la tormenta de arena».
