Algunos sismólogos creen que los animales pueden percibir un terremoto antes de que suceda. ¿Será?

Aquí Sally no ha detectado vibraciones ni iones ni nada, de hecho.
Desde los tiempos de Plinio, el Viejo, naturalista romano, se ha escrito sobre las distintas reacciones que los animales presentan cuando hay movimientos telúricos en las proximidades. Que si las aves vuelan para escapar, que si los perros aullán con desesperación, que si los pollos se ponen frenéticos.
Pero con varios experimentos realizados por el US Geological Survey – los meros chidos en cuestión de terremotos a nivel mundial – se cree que todas las historias de reacciones animales a los temblores son, más que nada, anecdóticas.
Y es que no ha podido desmostrarse que las vibraciones de alta frecuencia, o los iones atmosféricos o los sonidos producidos por el movimiento de las placas tectónicas hayan tenido algún efecto sobre la fauna, salvaje o doméstica.
Aunque no se descarta que algo de lo anterior suceda, los científicos no han logrado comprobarlo. Pero creo que es porque no han orientado bien sus esfuerzos.
Por ejemplo, durante todo el tiempo que Sally ha estado con nosotros, nunca ha detectado nada: ni los terremotos, ni los extraños que entran a la casa, ni los momentos de peligro latente. Pero eso sí. Abran el refrigerador a media noche y pareciera que los iones que despide la lamparita interna o las micro-vibraciones del motor del congelador la alertan a un grado nunca antes visto. Hasta habla.
Solamente tomen en cuenta que NO SE PUEDEN PREDECIR los temblores. De verdad. No difundan rumores. Mejor prepárense. Cuidémonos todos, animales incluidos. Mejor preparen su mochila de emergencia y su kit básico de emergencia.
Estemos siempre preparados para lo que sigue. Sea lo que sea.
Veremos.