Por Rogelio Rivera Melo.
Los estadounidenses están orgullosos de su «football», sobre todo porque su SuperBowl es uno de los eventos deportivos con más audiencia a nivel mundial. Pero también tienen un «football» más siniestro, uno que podría terminar con la vida en el planeta tal como la conocemos.
Los estadounidenses le dicen «soccer» al deporte que los británicos – y casi todos los demás países del mundo – llaman «fútbol».
La palabra «football«, tal como se emplea en los Estados Unidos, se puede traducir al español como el deporte conocido en español como «fútbol americano«, pero también se refiere al balón ovoide, fabricado con piel de puerco, con el que se juega ese deporte. Pero en los Estados Unidos hay un «football» mucho más siniestro: el «Nuclear football».
El «Nuclear football» es un portafolios metálico dentro de una maleta de cuero negro que nunca se encuentra a más de diez metros de distancia del hombre que ostenta el cargo de POTUS – el presidente de los Estados Unidos de América. Su contenido es uno de los secretos mejor guardados del mundo; como tal, siempre se halla protegido por un oficial de las Fuerzas Armadas estadounidenses que tiene permiso de utilizar fuerza letal en contra de cualquier persona – aparte de las autorizadas – que desee abrir el maletín. Quizá sea porque en su interior están los códigos militares para autorizar un ataque nuclear en cualquier parte del planeta.
Esta maleta no tiene una historia muy larga, de hecho no se utilizaba antes de 1945. Pero, después de los ataques a Hiroshima y Nagasaki ordenados por Harry S. Truman, el presidente que lo sucedió – el general Dwight Eisenhower – tuvo la cautela de establecer un protocolo para el uso autorizado de las armas atómicas: el contenido actual del «Nuclear football».
Luego, al calor de la llamada Crisis de los Misiles Cubanos, en la que la Unión Soviética desplegó en Cuba proyectiles de alcance medio con la capacidad para llegar a los Estados Unidos cargados con un paquete de explosivos nucleares, el presidente John F. Kennedy preguntó a sus subordinados militares si existía la posibilidad de que alguna persona pudiera ordenar un ataque nuclear con armas estadounidenses en contra de otros países. La respuesta no debió de tranquilizarlo, ya que ordenó que se estableciera un mecanismo de comunicación inmediata entre el presidente con la autoridad militar encargada de apretar el botón rojo, sin equivocaciones, confusiones de personalidad o fallas en el proceso de confirmación. El nombre clave de ese protocolo fue «Dropquick» (Patada Voladora, en inglés).
En su función de Centro de Mando Remoto, el Nuclear Football es un dispositivo conectado a través de diferentes métodos de comunicación – vía ondas de radio y satélite – con el Comando Estratégico de los Estados Unidos. El USSTRATCOM es el organismo militar encargado de las operaciones espaciales, la defensa en contra de misiles y el uso del arsenal nuclear de los Estados Unidos.
Cuando el POTUS decide que ha llegado el momento de emplear las armas nucleares en contra de algún enemigo, él y el oficial encargado de la seguridad del «Nuclear Football» abren el maletín. En ese momento, se emite una señal de alerta al Estado Mayor Conjunto. Dentro de la maleta se encuentran los planes estratégicos y las opciones de ataque, mismos que son detallados al presidente por el militar. En el menú están los ataques con misiles disparados desde los submarinos de ataque, los bombarderos de largo alcance con sus panzas llenas de bombas atómicas, los misiles crucero desplegados en el territorio de los aliados de E.U. o el lanzamiento de los cohetes balísticos de alcance intercontinental almacenados en silos en el territorio estadounidense. También hay planes de guerra previamente diseñados en contra de los enemigos de siempre.
Cuando el presidente decide qué curso de acción tomar, se establece la comunicación con el Centro Nacional de Mando Militar – o con los submarinos o aviones bombarderos ya desplegados.
Antes de que la orden sea acatada, el presidente debe identificarse mediante un procedimiento a prueba de falsificación: palabras en clave escritas en tarjetas plásticas dentro de contenedores sellados que deben autentificarse y verificarse de acuerdo a códigos preestablecidos.
Investido como Comandante en Jefe, el presidente es el único que tiene la autoridad para ordenar el uso de armamento de destrucción masiva. Pero los procedimientos y los sistemas tecnológicos empleados para llevar a cabo la orden, requiere la confirmación de una segunda autoridad: el Secretario de la Defensa. Si el Secretario de Defensa no está de acuerdo con la decisión, lo podrá expresar. En el presidente recae la responsabilidad de destituir al Secretario de Defensa, quien tiene la autoridad legal de autorizar la orden, pero no de vetarla. Digamos que puede sembrar la duda, pero si el presidente decide seguir con el ataque, ni él ni nadie puede hacer algo más.
Para ustedes que son fanáticos del football americano, les dejo una anécdota verdadera. En 1973, después de una sesión de entrenamiento con los encargados de los misiles balísticos intercontinentales, Harold Hering, teniente coronel de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, hizo una pregunta que continúa siendo muy válida: «¿Cómo puedo saber si la orden que recibo de lanzar mis misiles proviene de un presidente cuerdo?»
Hering fue despedido.
Disfruten del partido.