Por Rogelio Rivera Melo.
Después de 14 años de ausencia, esta semana comenzó la nueva temporada de los X Files. Y lo mejor de todo es que lo hace con una propuesta actual y sorpresiva. La verdad sigue estando allá afuera. Y quizá merezca otra oportunidad.
Siendo sincero, nunca fui gran seguidor de los X-Files. Vi algunos capítulos de las 10 temporadas y hasta acompañé a uno de mis mejores amigos a ver una de las dos películas basadas en la serie, pero no logré conectarme con las aventuras de Mulder y Scully, los agentes del FBI encargados de investigar todos esos fenómenos «incómodos» para el gobierno.
Pero ayer vi el inicio de la nueva temporada de la que unos consideran la mamá de las grandes producciones modernas en las series televisivas. Lo que me atrapó fue que, en pocos minutos, el nuevo capítulo hizo un recuento de la esencia del programa: un desequilibrado agente el el jefe de una oficina que ve conspiraciones y encubrimientos en cada evento relevante que sucede en los Estados Unidos -algo así como un seguidor de AMLO, pero en versión gringa y con placa- a la que asignan una científica para que actúe como mediadora y lo centre en lo que es «realmente importante»: resolver los crímenes y aclarar los fenómenos que puedan ser esclarecidos.
En el transcurso de sus investigaciones, Fox Mulder (David Duchovny) va arrastrando a Dana Scully (Gillian Anderson) hacia las fronteras de lo real con lo imaginario que se vuelve creíble de tan increíble. Hasta que el FBI cierra la oficina de los «Expedientes X» y los manda a casa con una carga emocional difícil de soportar. Ahí comienza la nueva temporada.
El primer capítulo nos presenta a un agente venido a menos pero que no pierde la esperanza ni las ganas de creer, así como a una doctora que trata de adaptarse a su nueva vida, hasta que reciben una llamada del subdirector del FBI pidiéndoles que investiguen el caso de un presentador de noticias que afirma tener pruebas de una gran conspiración que contiene los elementos necesarios para que la vieja oficina de los X-Files se vuelva a activar.
Los mismos actores, los mismos personajes -con 14 años encima- y la misma esencia de un clásico mezclada con los factores políticos de pleno siglo XXI y una conspiración que, aunque pareciera increíble, es presentada de tal manera que se vuelve totalmente factible.
Le daré a los X-Files una segunda oportunidad. Quiero creer que se la merece, aunque sea 14 años después.
Probablemente después también vea Lost.
Veremos.