Por Rogelio Rivera Melo.
Nous sommes tous humains. Todos somos humanos. We are all humans. Esa es la esperanza, pero también ese es el problema.
Como humanos deberíamos estar igual de consternados y dolidos por la violencia que ocurre en el todo el mundo y no solamente por los ataques de anoche en París.
Pero también me doy cuenta que no es nuestra culpa sentirnos más identificados por lo que pasó en la capital francesa que lo que ha ocurrido durante años ya en la capital de Siria, por ejemplo.
El problema de la consternación selectiva, tiene su raíz en la manera en que nos apropiamos de algo, en el modo en que le otorgamos una importancia a una cosa haciendo a un lado las demás.
Casi todo el mundo conoce París – lo han visto en revistas, lo han admirado en películas, lo han visitado en sus viajes.
Pero muy pocos fuera de México – o incluso mexicanos, siendo sinceros – saben dónde está Iguala en el mapa (ahí donde fueron secuestrados y asesinados por el crimen organizado 43 estudiantes).
A pocos les importa en qué país está Beirut (en donde también hubo ataques terroristas coordinados la semana pasada) o cuál es la capital del Congo (donde un comando yihadista asesinó a cientos de personas en un centro comercial en 2013). Pero París es París.
Es que está en la naturaleza humana tomar partido por lo que se conoce, por lo familiar.
Y ahí yace el génesis del problema. La radicalización del pensamiento proviene de la falta de interés por comprender los motivos del otro. Aunque los dos seamos humanos, pocas veces nos pondremos de acuerdo en lo que es realmente importante para ambos.
Por esa misma razón también se justifican las masacres realizadas por cristianos y se demoniza a todo lo que no sigue la propia línea de creencias.
Por eso se minimizan los crímenes cometidos por los partidarios de la facción política a la que se pertenece, mientras se maximizan los atentados cometidos por "la oposición". Por eso se denosta al seguidor del otro equipo deportivo. Por eso se insulta a quien no tiene los mismos gustos sexuales, de moda o musicales.
Por eso se descarta la posibilidad de que aquellos que no piensan como yo tengan ideas valiosas e inteligentes.
"Los Otros" siempre son peor que nosotros. "Los Otros" se merecen lo malo que les pase. Y si les pasa algo bueno, están haciendo trampa – y deben pagar por sus crímenes. "Los Otros" son plaga en mi paraíso.
Pero olvidamos que "Los Otros" también son humanos. Y que para ellos, nosotros somos "Los Otros", la enfermedad, el problema, la pus.
Un muerto es un muerto, sin importar si es "nuestro" o "de ellos". Un muerto es un muerto sin importar quien lo mató. Un muerto es un muerto sin importar en qué lugar del mundo cayó.
La violencia es la violencia, justificada o no. La violencia es la violencia, sin importar quién la inició. La violencia es la violencia, aquí y en China.
La ignorancia y la falta de empatía desencadenan falta de razón y entendimiento que llevan a la violencia que causa la muerte a unos y otros.
Hasta que no entendamos eso, hasta que no luchemos por saber qué motiva al otro a actuar del modo en que actúa, seguirán los ataques, los muertos y los desaparecidos.
Hasta que no hagamos un esfuerzo consciente para entenderlo, continuará la polarización entre dos, tres, cuatro, mil facciones. Seguirán la guerra, la muerte y las ganancias de quienes se benefician de eso.
Nous sommes tous humains. Todos somos humanos. We are all humans.
Eso es lo que perdemos de vista todo el tiempo. Y eso es lo más importante, lo vital, lo que nunca deberíamos olvidar.
¿Hasta dónde iremos a parar? Lo peor está por venir. O lo mejor.
Veremos.