Por Rogelio Rivera Melo
Mi reseña de la película «Fury», de David Ayer.
«El mejor trabajo que he tenido…»
«Fury» (o «Corazones de hierro«, como la tradujeron en México), escrita y dirigida por David Ayer (Training Day, U-571), se centra en la tripulación de un tanque estadounidense en las últimas fases de la campaña de invasión aliada en Alemania en 1945, los últimos días de la Segunda Guerra Mundial.
Una película como mil antes que ella, la mayor virtud de «Fury» es llevar al espectador a una realidad que pocas veces he visto en una película bélica: el tanque necesita reparaciones, los soldados tienen que hacer pipí dentro de la claustrofobia de su vehículo y hasta los héroes sienten miedo y remordimiento por tener que luchar una guerra – que muchas veces está más allá de su comprensión.
El director eligió llevar al personaje de Don «Wardaddy» Collier (Pitt) para «santificarlo» y elevarlo mucho más allá de lo que sus compañeros tienen la oportunidad en toda la película. Con la dudosa excepción de Boyd «Bible» Swan (Shia LaBeouf) los demás tripulantes del Fury – el novato Norman, el mexicano «Gordo» y el redneck Grady – nunca logran desarrollar la profundidad que su sargento alcanza. «Fury» es una muestra de la templanza y el sentido del honor y deber del sargento Wardaddy (el soldadote estadounidense puro que habla alemán pero no mexicano) en los tres momentos de tensión en toda la película.
Visualmente la película es buena. Recomendable para conocer sobre la camaradería y la sordidez que solamente se puede dar entre soldados en tiempo de conflicto aunque la trama es un cuento que se ha repetido innumerables veces en la historia de la humanidad y del cine: hombres que tienen un plan para cumplir una misión, un plan que se vuelve cenizas, la toma de decisiones desesperadas (hasta estúpidas para algunos) y una acción de guerra que pasa desapercibida para todos menos para quienes la viven.
Para mí, «Fury» es la visión estilizada por el cine de un soldado que busca hacer todo lo necesario para salvar la vida de sus compañeros hasta el punto en que su deber requiere que se sacrifiquen esas vidas. En el ejército la misión siempre es primero – cueste lo que cueste. Y, si me preguntan, creo que así debería ser en nuestra vida.
Como dice el sargento Collier cuando está convenciendo al novato Norman para matar a un soldado de la SS alemana, «los ideales son pacíficos, pero la historia es violenta«. Y en «Fury», al final de toda esa violencia – inhumana y grotesca – solamente queda la satisfacción de que la tarea que uno hace siempre debe ser «el mejor trabajo que he tenido…«
Vayan a ver «Fury» y me cuentan que les pareció.
Veremos.