El 9 de abril de 2013 mis mejores amigos serán padres. Les pedí que escribieran una carta a su hija Victoria. Y amablemente accedieron. También me autorizaron a publicarla en este blog. He aquí lo que recibí.
Sólo puedo decirles que los quiero…
Victoria:
¿Qué cómo llegaste a este mundo? Créeme, no fuiste una decisión fácil, pero si has sido la mejor de mi vida.
Cuando era niña nunca soñé con casarme, ni con tener bebes para cuidar; nunca anhelé ser una “mamá” y, cuando crecí, eso no cambió mucho, mi vida era simple y cómoda: trabajar, pasear, divertirme, viajar, comprar, pasar tiempo con los amigos, con la familia, con tu papá. No había razón para pensar en cambiar mi vida, hasta que un día me di cuenta de que todas las cosas que había hecho, los lugares que había conocido, las cosas que podía comprar y los lugares a donde podía viajar, ya no eran tan magníficos como para sentirme feliz el resto de mi vida. En ese momento pensé que era el momento, yo ya tenía 34 años. Ya no había mucho tiempo por delante. No, si lo que quería era darte una vida emocional de calidad.
Así que junto con tu papá lo decidimos. Dije “¡¡¡Sí!!!”
Tres meses después, y con varios días de retraso, tu papá me dijo que era momento de saber si estabas ahí. Aún después de 9 meses recuerdo ese momento, y recuerdo lo asustada y emocionada que me sentía de saber si era un sí o un no. Y la respuesta fue positiva. En ese momento, sólo pensé “¿En serio? ¿Seré mamá? ¿Será niño o niña? ¿Cuándo va a nacer? ¿Cómo se va a llamar?” Mil preguntas en mi cabeza, todas al mismo tiempo. De pronto, la voz del doctor interrumpiendo mis pensamientos, “tu corazón late como si tuvieras una rockola adentro”. Mi respuesta: “Tal vez sea porque ¡no todos los días me confirman que tendré un bebé!”
Después de eso vinieron controles médicos, toma de vitaminas, morderme la lengua para no contarles a todos lo que me estaba pasando. Tu papá y yo habíamos pactado esperar a los tres meses. No pude resistir. ¡A los dos meses le contamos a todo el mundo!
Recibimos palabras, deseos y sentimientos trasmitidos, tan lindos todos, por parte de amigos, conocidos, familia, tus abuelos, tías. Estaban felices. Tu hermana te escribió una carta el mismo día en que se enteró que llegarías. Que ya te esperaba ansiosa, dice.
Yo no he dejado de soñar – despierta o dormida – con el momento, el día, en que ya te tenga en mis brazos.
Hoy – 9 meses y 10 kilos después – recuerdo cada día de tu crecimiento dentro de mí, como si hubiera sido ayer. Aún me asombro al darme cuenta que mi cuerpo le está dando vida a tu cuerpo, ¡de cómo es que pude crearte dentro de mí!
La primera vez que escuche tu corazón latiendo – a 170 latidos por minuto – no pude evitar, ni quería evitar sentir la emoción que me embargó; emoción tan fuerte que logró que las lágrimas cayeran de mis ojos. Unas semanas después ya no solo te escuchaba, también podía mirarte. Una cosa perfecta, pequeña, pero perfecta; saltando ya desde entonces de un lado a otro dentro de mi vientre, aunque aún no te sentía.
Unas cuantas semanas después, me pregunté, “¿sentí algo? ¿En verdad sentí algo o fue mi imaginación?” A partir de ese día mi pasatiempo favorito ha sido tirarme boca arriba en la cama soñando contigo mientras siento como te mueves de un lado a otro. Aunque me has dado un embarazo hermoso ¡siempre has sido tremendamente inquieta!
Hoy, faltan un par de días para conocernos. Y hablo de un conocimiento físico cara a cara. Te podré mirar, tocar, sentir, besar. Tengo en mente enseñarte tantas cosas, divertirme tanto contigo. Tengo planeado no apoderarme de tu vida, porque es tuya, no mía. Sé que llegará un día en el que tendrás q volar. Sé que cada día de tu vida – desde el momento en el que nazcas – empezaras a volar, cuando descubras nuevas sensaciones. Cuando mires cosas nuevas. Cuando aprendas a caminar, a comer, a hablar, a jugar. En tu primer día de escuela, con tu primer novio, con tu primera decepción, con tu primera ilusión, con la primer perdida. Todas esas experiencias que te enseñarán a dar pasos en la vida. Y yo siempre estaré ahí, expectante. Tendiéndote una mano cuando me la pidas.
Te repito que tu vida no es mía. Desde que supe que estabas creciendo dentro de mí, hice una promesa para contigo: “Confió en que tú, con la sabiduría interna con la que cuentas, sabrás crecer en la vida”. Y esa promesa la mantendré, aunque como tu mamá tenga que amarrarme el corazón para dejarte volar, pero nunca estarás sola.
Lo último que quiero escribirte es que ya te amo. Con todo mi corazón. Celebro tu llegada, porque sé que vienes a esta vida siendo bienaventurada. Sé que hallarás un camino de felicidad, con sus obstáculos también, pero estoy segura siempre los sabrás superar. ¡Yo confió en ti!
Te amo, Victoria. Mi Victoria de vida y amor.
Tu mamá.
María Victoria:
Te esperamos nueve meses con muchas ganas de conocerte. Fuimos reiteradas veces al médico para saber sobre tu crecimiento y salud. Tu hermana mayor estuvo al pendiente cada vez que esto ocurría. El día que supimos que eras una niña, ella estaba ahí, y no sabes lo contenta que se puso al saberlo.
Para encontrar un nombre para ti participó toda tu familia en ello – la decisión fue: te llamarás María. Vale (tu hermanita) dijo que le gustaría ese nombre porque ella es María Valentina, tu mamá es María de Jesús y tu abuela es María Eugenia. Ella nos pidió que también fuera parte del tuyo. Tu segundo nombre fue una elección entre tu mamá y yo.
Ojalá los dos sean de tu agrado.
Te escribo esto a dos días de que estés con nosotros. Me siento tan feliz por poder ver esa hermosa carita que ilumina ya mi vida. Me comprometo a ayudarte para que seas feliz, a que aprendas todo lo necesario para que encuentres el camino correcto en tu vida.
Me siento tan emocionado de iniciar esta aventura contigo. Lo primero que haremos cuando tu crecimiento y salud lo permita, será llevarte a Mazatlán – tierra que quiero que conozcas, pues yo le tengo mucho cariño. Quiero compartir eso contigo y muchas cosas más.
Hija. Victoria. Lo único seguro en esta vida es que te enseñaré el mundo. Te amo, hoy. Mañana. Y Siempre. Como cuando supe que estabas en el vientre de tu madre.
Tu papá, José Omar.

