Bebo una taza de café traído de Veracruz durante el receso de una reunión entre delegaciones de los gobiernos de México y Estados Unidos. Traduzco la primera plática casual entre los participantes de ambos países. Leo los titulares de un periódico abandonado en una mesa. A mi lado una joven mujer los mira también, con ojos de desesperación. Ella, afroamericana, nacida en Atlanta, Georgia, trabaja en el Departamento de Estado de los Estados Unidos. Sally Yates, la Fiscal General en funciones, calificó de ilegal el veto presidencial impuesto por Donald Trump al ingreso de personas procedentes de siete países con habitantes de mayoría musulmana.
"¿Tan mal están las cosas?", le pregunto.
Voltea a verme, sorprendida. Trata de recomponerse, sin mucho éxito.
"Es la incertidumbre", me dice en voz baja. "No sabemos lo que está pasando".
Antes de que terminara el día, Trump despidió a Yates, calificándola de traidora. Dana Boente es el nuevo jefe del Departamento de Justicia de los Estados Unidos.
Creo que el problema es que los estadounidenses saben muy bien lo que está pasando. La incertidumbre no viene desde esa dirección.
La incertidumbre viene desde la realidad de no saber hacia dónde nos están arrastrando.
Y sí. Yo también creo que antes era más divertido. Hoy no puedo sentirme así.
Veremos.