La Retórica de lo Trivial LVIII

“¿Qué he hecho?”

Imagine usted, lector, lectora, esta escena. El protagonista de la historia  vuelve en sí, después de un lapsus en que su conciencia se vio obnubilada por un furor inhumano, y observando aquello que realizó durante ese trance, pregunta en voz alta: “¿Qué he hecho?”

Quizá no tenga que imaginarla, tal vez solamente deba recordarla de algún filme, libro o serie de televisión, ya la escena anterior es un argumento utilizado muchas veces por directores, guionistas y escritores desde el inicio de los tiempos.

Personalmente creo que esa frase interrogativa – de tan solo tres palabras – debiera ser uno de los motores de nuestra vida. Permítame explicar mi razonamiento.

Al despertar por la mañana,  ante uno se extiende la posibilidad apabullante de dejar una huella en ese espacio que conocemos como “vida”. Todas esas circunstancias que se van presentando mientras avanza el tiempo, y las reacciones que vamos teniendo frente a cada una, son las cosas que vamos legando – la historia que vamos escribiendo.

Uno debe ser cuidadoso con lo que va dejando por la vida. En lo personal creo que muchas cosas malas que han sucedido a través de los años no han sido por maldad, sino por que la gente no pone atención a lo que va creando. A eso que va “haciendo”.

Uno debe ser un creador de cosas buenas, positivas. El proceso creativo es una forma de trascendencia. Lo que uno hace – eso que uno crea día con día – es lo que va dando forma al entorno personal de cada quien. Toda persona que vive de lo que crea – los músicos, los pintores y los actores son un buen ejemplo –  sabe que el producto final debe tener una calidad superior. Algo que el consumidor considere “bueno”.

Comprensiblemente, si uno comienza a generar cosas buenas el resultado comenzará a ser positivo. Quizá no de inmediato, pero la energía del contexto individual comenzará a ser mejor.

Hay días en que el mundo, las personas, las situaciones se empeñan en destruir lo que uno crea. Y si uno se deja atrapar por esa vorágine destructiva le garantizo que nada bueno saldrá. Si a pesar de todo lo malo que uno experimenta en los días negativos se puede hacer algo bueno, el balance cambia radicalmente.

Y no crea usted que es necesario crear un imperio, escribir un best-seller o componer una canción exitosa, es más, ni siquiera donar una gran cantidad de dinero; una sonrisa, una palabra, una frase que haga que alguien se sienta mejor basta. Comenzar por lo básico siempre es lo mejor. Con el tiempo, las cosas mejorarán. Para todos. Llámelo karma, destino, fluidez, bendición o maldición.

Le compartiré una experiencia personal. Mí día no comenzó bien. De hecho, ayer no terminó bien: Mis hijos están enfermos y mi niña-mascota se siente mal. Financieramente tampoco fue un buen día. Tuve algún problema con mi pareja. La computadora donde escribo mis textos se descompuso. En general fue un día de esos que no pueden pasar desapercibidos, por lo malo que resultó… Pero al prepararme para dormir, me pregunté “¿Qué he hecho?”. La respuesta fue sencilla. “Nada positivo, amigo mío”. Así que me levanté, y comencé este texto.

Todas las noches, todos los días, al finalizar la jornada, quizá uno debiera tomarse treinta segundos para reflexionar, autocriticarse, y hacer como el personaje de la escena con la que inició este texto. Medio minuto para preguntarse“¿qué he hecho?”. Es una manera de decir: “¿Qué he creado hoy para el mundo?”

Y tal vez aventurarse un poco, ir más allá, y cuestionarse… ¿y qué haré mañana? Por que, así, mis amigos, se van forjando los sueños.

Mañana será un mejor día.

Veremos.

P.S. Y al terminar de escribir esto ya me siento mejor.