«Un soldado en cada hijo…»

#FuerzaMéxico

La batalla apenas comienza. Es el inicio de una larga campaña para hacer de México un país digno…

Un verdadero ejército se forma de hombres y mujeres de todos los orígenes y estratos. Y lo que le da cohesión a todo el asunto es la creencia en un fin común.

Muchos no saben la razón, pero un soldado es orgulloso, quizá altivo o soberbio, pero es por la conciencia personal de pertenencia a un grupo selecto. Se sabe parte de algo superior a él.

Un soldado entrena con sus compañeros. En el entrenamiento, se cambia la individualidad por la agrupación. Lo que se pierde en ello, se compensa por la fuerza del grupo.

Y después del entrenamiento duro y realista viene la prueba de la realidad. Al primer enfrentamiento que tiene un soldado, éste llega confiado. Sabe de lo que es capaz, lo ha hecho mil veces en su adiestramiento y también confía en sus compañeros.

Pero algo cambia en su mente cuando se da cuenta de que puede ser herido o que puede morir. Curiosamente, la cercanía y la certeza de la muerte dan una seguridad increíble en la vida.

Y esa misma incertidumbre ante la posibilidad de morir forja verdaderos lazos de hermandad con la gente con la que convive. Sabes que darán la vida por defenderte y cuidarte. Ellos saben que durante tu turno de vigilancia, tú no dormirás y estarás al pendiente. El hambre es menor cuando la poca comida se reparte y la sed se soporta más cuándo puedes reír con tus compañeros de ella. Lo poco que hay es para todos. Lo mucho que hay se raciona para cuando no haya. Se olvidan los apetitos individuales por el bien del grupo.

Luego llegan los ataques sorpresivos y, con ellos, las bajas – caen hermanos con los que has convivido más que con tu propia familia. Cada pérdida duele porque no se pudo hacer más para salvar al hombre a tu izquierda o a tu derecha, sabiendo que quizás podrías haber sido tú.

Ser soldado no es solamente tener armas y abusar del poder que tu herramienta de trabajo te otorga, ser soldado es llegar – dejando a tu familia atrás – a las zonas de desastre, a las controladas por el narco, a las devastadas por la naturaleza, la maldad y la apatía y permanecer ahí por deber.

Ser soldado te enseña a vivir con poco pero con mucho, a estar preparado para cualquier cosa en cualquier momento, a saber que hoy estás pero mañana quién sabe. A obedecer por deber, a dar la vida y algo más por alguien a quien ni siquiera conoces. A retirarte cuando te lo ordenan, aunque sabes que podrías hacer más, porque hay que pensar a largo plazo: estrategia contra táctica. O estar preparado siempre.

El 19 de septiembre de 2017 hubo en México una situación inesperada, de pronto los ciudadanos de un país se convirtieron en soldados. No se han detenido. Han luchado hombro con hombro, mujeres y hombres y niños.

Ha habido casos de heroísmo dignos de ser contados por los siglos venideros, para que no se olviden. Como se dejó olvidar esas historias que se vivieron hace 32 años.

Si aquellas hubieran perdurado en la memoria colectiva, la tragedia de este septiembre quizá pudiera haber sido prevista. No dejemos que nos vuelva a sorprender algo así. Estemos preparados. No olvidemos las filas de ayuda, a los perros rescatistas, a la población volcándose para sacar a los atrapados bajo los escombros. A los ciudadanos que dieron todo por otros a los que no conocían. No olvidemos.

Y es que va a volver a temblar, no sé cuándo ni con qué intensidad. Es el precio que se paga por vivir en el país más hermoso del mundo. Habrá huracanes, explosión de volcanes, alguna que otra epidemia, porque la naturaleza no tiene planes, pero sí una fuerza inconmensurable.

Y siendo así, debemos recordar que la batalla apenas comenzó. Contra la corrupción, el mal gobierno, la falta de empatía, el robo, el crimen, la inseguridad. Ya vimos que sí es posible. Que sí se puede. Que siempre se ha podido. Solo hacía falta un catalizador.

Y si el terremoto del 19 de septiembre de 2017 y los edificios caídos y los mexicanos muertos implican un cambio que hará mejor a mi país, es un precio demasiado alto para dejarlo todo como estaba antes. Algo enorme pasó. Algo enorme tiene que salir de todo esto. Algo bueno.

La batalla apenas comienza. Sigue una larga campaña para hacer de México un país digno. Y no un remedo asqueroso y enfermo de lo que puede ser.

Hoy somos un ejército. Hoy sí se ha hecho eco y justicia a esa estrofa del himno nacional mexicano: "el cielo un soldado en cada hijo te dio".

Y saldremos de este trance con la victoria en alto. De eso estoy seguro.

Gracias, México.

#FuerzaMéxico

– – –
Texto por Rogelio Rivera Melo.

Categorías: Retórica de lo Trivial | Deja un comentario

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