A veces se despierta con la desesperanza incrustada entre los párpados.
Y a veces no se duerme.
Si acaso se pudiera expresar con claridad todo eso que se lleva dentro cuando se tiene miedo, cuando se congela la vida debido a la soledad, cuando no se conforma el alma con la simple ilusión de un futuro mejor.
Cierro los ojos como acto reflejo. Y quisiera escapar de la congregación de ideas que se agolpan en mi mente como las hojas marchitas de una planta de sol sumida en la sombra.
Pero la vida sigue.
Sigue y sigue hasta que se termina todo.
A veces se despierta uno con el final de la historia tatuado en la frente.
A veces no se duerme.