«Llamadme Ismael…»

Por Rogelio Rivera Melo.

Hace más de veinte años me embarqué, por primera vez, en el Pequod.  Zarpamos de la bahía de Nantucket creyendo que sería una empresa meramente comercial. Ibamos a cazar ballenas por su aceite. Pero el destino tiene otros planes.

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Subí al ballenero de Ahab gracias a un pequeño libro blanco – regalo de mi madre. En la portada, la imagen de una mancha blanca atacando un barco negro. Y, en letras doradas, el título, “Moby Dick”. Edición de “Cuentos y Novelas de Aventuras para Jóvenes”.

Lo confieso. Esa primera vez fue, como muchas cosas en la vida, por curiosidad.  Tenía unos diez u once años. Y subí al barco para ver cuál era su destino – influenciado por la imagen de la portada.

Acompañé a Ismael. Conocí a Starbuck, a Queequeg, a Tashteego y Dagoo. Ellos me enseñaron las costumbres de los hombres de diferentes países y diversas culturas. Aprendí los trucos y la vida de los cazadores balleneros del siglo XVIII. Y me convertí, junto con ellos, en pieza fundamental de la venganza de un hombre sin pierna. Sobrevivimos a esa experiencia por pura suerte.

Con el pasar de los años, ya en la preparatoria, durante una de esas excursiones de caza a las que me volví afecto – quizá por la influencia de los arponeros de Nantucket – estando en una famosa librería de Coyoacán (todavía no era la renombrada cadena que es hoy) encontré en dos volúmenes algo que se llamaba “The Whale”. No tengo que decir, lector, lectora, que salí de ahí con algo más que una “aventura para jóvenes”.

Recientemente, el diario británico The Guardian publicó la lista de las mejores cien novelas de toda la historia. Imagino el dolor de cabeza y la pesadilla que representó para el editor ordenar tantas y tan buenas obras, así que no criticaré el orden. Moby Dick, de Herman Melville, está en el lugar 21.

Y entonces, creyéndome un hombre de mundo, me dispuse a abordar una vez más al buque Pequod. Y sufrí, reí, me emocioné (tengo la firme convicción de que cuando un libro te hace sentir – cualquier cosa – es un excelente libro). Todavía puedo recordar el pasaje del doblón clavado al mástil del barco, como una promesa (soborno) para quien ayudara al intenso capitán a encontrar a su némesis. Y recuerdo el ataque del cachalote a las lanchas balleneras.

Esta vez no leí la historia. La viví. Fue la primera vez que un libro me dejó enseñanzas de vida. Recuerdo bien la frase “Es mejor dormir con un caníbal sobrio que con un cristiano borracho”.

O la promesa de venganza de Ahab… «Yo la perseguiré al otro lado del cabo de Buena Esperanza, y del cabo de Hornos y del Maelstron noruego, y de las llamas de la condenación”.  Esa venganza autodestructiva que hace que el hombre pierda la razón y, finalmente, la vida.

Moby Dick, amigos, amigas, es una de las historias más profundas – rica en enseñanzas y parábolas – que he leído. Quizá comience con un ritmo lento y uno debe esperar a que aparezca el monstruo para poder apreciar el hechizo que ejerce la maldad sobre la vida. Aún si es la propia.

La ballena blanca, representa esa bestia que habita en nuestro interior. Nuestro deseo de revancha, nuestro miedo, nuestro afán a no perdonar a aquellos que nos lastimaron y a destruir todo aquello que es “malo” para nosotros. Y la historia de Melville es un recordatorio del camino que pueden tomar las cosas si nos dejamos arrastrar en la búsqueda de “emparejar” las cosas.

Una representación literaria de la vida… como tantas otras obras…  Y sobre la vida dice el oficial Stubb que… Primero está Aries o el carnero, representa la lujuria de la cual todos fuimos engendrados. Después sigue Taurus o el toro, que nos muestra como vamos creciendo y volviéndonos fuertes. Luego viene Géminis o los mellizos, o sea, la Virtud y el Vicio; en la juventud tratamos de alcanzar la Virtud pero llega Cáncer, o el cangrejo, y nos arrastra hacia atrás. Cuando vamos dejando detrás la Virtud nos encuentra Leo, un rugiente león, que nos marca ya la mitad de la senda. Da unas cuántas dentelladas y zarpazos, creemos que no seguiremos adelante, pero llega Virgo, la virgen, el amor de nuestra vida. Nos casamos, pensamos en ser felices juntos por siempre, pero llega Libra, la balanza que todo lo mide. Pondera nuestra felicidad y la encuentra deficitaria, y cuando nos hayamos tristes a causa de esta cuestión… ¡Señor! Escorpio, o escorpión, nos hace dar un salto repentino, pues nos pincha por detrás. Todavía nos estamos curando de la herida cuando llega el flechazo, es Sagitario, el arquero, que se está divirtiendo. Mientras estamos arrancándonos el dardo llega Capricornio, o el macho cabrío. Completamente lanzado, llega como un huracán y nos hecha de cabeza lejos de nuestro hogar. Luego Acuario, o el portador de agua, nos arroja su diluvio ahogándonos. Y damos la vuelta completa con Piscis, o los peces, que finalmente nos llevan a descansar».

Hoy, en 1819, nació Herman Melville, autor de Moby Dick. Una novela que no es fácil de leer, pero que les dejará una excelente sensación de victoria, si logran arponear a la ballena. O incluso si los devora en el trance.

Veremos.

Categorías: Reflexiones | 4 comentarios

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4 pensamientos en “«Llamadme Ismael…»

  1. sergio monroy

    Noooo bueeeeno, maravillosa columna la de hoy amigo, un gusto leerte, un placer hacerlo a diario en tus columnas y un orgullo de llamarte «amigo».

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  2. Glen

    Hola Primo.
    Me gustó tu reflexión sobre el libro. Quién no conoce la nobela sobre «Moby Dick», aun yo que no la he leído se del reconocimiento de Marca que representa, al menos en el Mundo Occidental. Y en México, en particular, se dice «…me cacharon con mi Moby Dick» queriendo decir me cacharon con mi movida.
    Pero lo que quiero comentar es lo siguiente: me parece que el tatuaje del capitán (en uno de sus brazos) es el actual logo del café Starbucks. Es asi???
    Saludos y felcidades.

    Glen
    PD. «Reconocimiento de Marca» término de Marketing para mencionar que un producto o servicio ha logrado el mejor posicionamiento (dentro de su segmento) con respecto a sus competidores. Por ejemplo, Mercedes Benz = auto lujoso. BMV = auto de alto desempeño. Nissan = auto de alto rendimiento de combustible.

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  3. Carlos Guzmán Ortega

    Roy: no tengo el gusto en conocerte aun, pero al parecer ‘eres primo de mi esposa, Ana Leticia Rivera Melo hija de Carlos Rivera Melo Reza, yo soy Carlos Guzmán y quiero comentarte que aunque no soy fan de las redes sociales hace algunos días que he estado revisando las mismas, he visto y leido algunas de tus columnas y perdón no se si te dedicas a escribir pero que bien lo haces, felicidades y espero conocerte algun día en persona, en tanto seguire tus lecturas las cuales son dignas de un gran escritor.

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